Conozco desde muy joven a Gustavo Adolfo González Uriola, su intensa vida política, intelectual y profesional, con plena dedicación y sin claudicar a la causa del progreso histórico.
He sido testigo de excepción de su instinto de rebelión contra los opresores del pueblo, recreando cotidianamente la frase: Decir la verdad es revolucionario.
El Sociólogo y Comunicador Social es un trabajador por la cultura revolucionaria. Así anduvo varias décadas por el Perú Profundo, cargando sus ilusiones de un mundo mejor.
Lector empedernido, escritor y gran buceador social, dicotomía con la cual percibe la realidad humana que lo rodea y nos la da transformada en literatura.
Su narrativa consolida la característica de la literatura regional urbano-rural, cuyos cuentos tienen como personajes a la urbe huancaína, pueblos andinos y comunidades asháninkas, entrelazadas con el quehacer cotidiano familiar de su universo literario.
Gustavo, escribe en los cánones estilísticos de Francisco Izquierdo Ríos: Escribir de un modo natural y sencillo, como crece la hierba. Las técnicas narrativas poco o nada importan, cuando por entre lo escrito se vea la luz de la vida.
Su recurso lingüístico se extrae de las mismas expresiones de la sabiduría popular, incluidas frases bilingües que le otorgan a los relatos fuerza telúrica, interesándole más los seres humanos en su lucha cotidiana por la conquista del pan, trastocando la auténtica realidad.
«Nostalgia: 11 Cuentos de antaño»: Es un arco iris del itinerario sociológico y político; arpegio de tradiciones y costumbres de los pueblos andinos y selváticos donde trabajó, sufrió, lloró y gozó arguedianamente; escudriñado con los ojos agudos y la sensibilidad del sociólogo.
Con gran intuición merced a su selecta y abundante lectura, sus relatos cumplen esos tradicionales esquemas literarios del cuento clásico: Recreación de realidades y último reducto del verbo, sondeando las profundidades del ser y encontrando un sentido a la existencia. Unos con final que arrancan una sonrisa en los labios y otros fatalistas al estilo de Antón Chéjov.
A través de su lectura salta a la vista su fascinación por el entorno familiar, alcanzando su clímax el homenaje a don Julio González, Patriarca de la familia con 101 años de vida terrenal.
Me place y emociona que Gustavo Adolfo González Uriola a una edad madura, haya decidido publicar este libro que saludamos y lo echamos a rodar por el mundo.
Gustavo Adolfo, como amigo, te digo: Gracias por este libro que nos brindas, en cada página sentimos tu calor, tu lealtad y tu ejemplar tenacidad. No has cambiado… Has madurado.
Gran Nación Wanka, Enero del 2017.
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